La aparición y desarrollo del cáncer tiene relación con la interacción de factores genéticos, inmunológicos, hormonales, entorno, edad, hábitos de vida o tensiones emocionales. Está en nuestras manos actuar sobre alguno de ellos para reducir el riesgo o para reforzar el tratamiento. Conocer las causas del inicio y del desarrollo de esta enfermedad ayuda a vencerla.
Causas y desarrollo del cáncer
Tras ser diagnosticado de cáncer empecé a informarme sobre las causas y desarrollo del cáncer y llegué a la conclusión de que, además de la predisposición genética (mutaciones o alteraciones genéticas), el entorno y la forma de vida pueden influir en el inicio y desarrollo del tumor, y que ciertos hábitos de vida ayudan al organismo a prevenir y retardar su aparición, así como a reforzar el tratamiento o disminuir el riesgo de que resurja el cáncer.
Aprendí que el buen estado del organismo se puede conseguir con una adecuada dieta alimenticia, ejercicio físico regular y equilibrio emocional. En este artículo vamos a referir a la alimentación.
Se puede comenzar, por ejemplo, por reducir alimentos que fertilizan el cáncer, tales como:
- Azúcares refinados y harinas blancas.
- Alimentos cargados de omega 6, en su mayor parte debido a los cambios en los métodos agrícolas y ganaderos que han roto el equilibrio omega3-omega6.
- Productos tóxicos presentes en la carne y en los productos lácteos.
- Las grasas hidrogenadas (grasas trans) presentes en muchos productos de consumo habitual.
El propio organismo dispone de recursos y capacidad para hacer frente al cáncer si mantenemos en buen estado nuestras defensas:
- Sistema depurativo (filtros).
- Control de la alcalinidad (PH).
- Reducción de radicales libres.
- Sistema inmunológico.
- Control de inflamaciones.
Nos vamos a centrar, por tanto, en la relación entre la alimentación y los procesos orgánicos que propician el origen y desarrollo del cáncer, tales como:
- Fallos renales, hepáticos, pulmonares o de todos ellos (multi-sistémico), que provocan mutaciones celulares.
- Generar más radicales libres de lo que es capaz de neutralizar el organismo (estrés oxidativo).
- El sistema inmune se debilita por cualquier circunstancia.
- Inflamaciones crónicas.
Sistema depurativo, el PH y el cáncer
El cáncer, como otras enfermedades, no suele empezar en las células sino alrededor de ellas (líquido intersticial). Todo comienza con un fallo renal, hepático, pulmonar o todos ellos (multi-sistémico), muchas veces asintomático, que desencadena un proceso de acidificación hostil para las células sanas. Veamos el proceso con más detalle.
Las células sanas para vivir y desarrollar sus funciones consumen oxígeno, glucosa, grasas, proteínas y minerales, y en su metabolismo desechan residuos tóxicos que son potentes ácidos, como: ácido úrico, ácido oxálico, ácido carbónico, ácidos grasos (colesterol), etc. Los nutrientes les llegan a las células por la sangre arterial y los residuos tóxicos son retirados por la sangre venosa para ser filtrados o excretados por el hígado, riñones y pulmones.
Este intercambio se hace a través del líquido intersticial, donde viven las células. Cuando los residuos son bien retirados por la sangre venosa el líquido intersticial se mantiene limpio y con un PH alcalino, el adecuado para que las células sanas reciban de los capilares sanguíneos los nutrientes y dejen los productos de desecho para que sean depurados.
Pero cuando los filtros «se ensucian» (riñón, hígado o pulmones) los residuos tóxicos ácidos de las células se van acumulando en los propios filtros y en el líquido intersticial, el cuerpo comienza a intoxicarse y cambia a PH ácido. A partir de aquí empiezan los problemas y las enfermedades, incluido el cáncer, porque la interposición de estos residuos metabólicos «endo-toxinas» entre los capilares sanguíneos y las células sanas obstaculiza su metabolismo y, además, éstas se ven atacadas (quemadas) por sus propios detritos ácidos, que van aumentando a su alrededor. A la célula, sin oxigeno, sin nutrientes y atacada por los ácidos, le quedan dos opciones: Morir o defenderse para sobrevivir en el medio hostil.
Cuando las células empiezan a morir el tejido enferma. Si mueren células del cerebro aparece Alzheimer; si son de la base del cerebro Parkinson; si son del sistema nervioso Esclerosis; si son de los tejidos Fibrosis, etc. Por el contrario, si la célula se defiende del entorno hostil puede hacerlo de varias maneras:
- Acumulando líquidos a su alrededor (en el espacio intersticial) para diluir los ácidos y permitir así el paso de nutrientes desde los capilares sanguíneos a la célula. La consecuencia es retención de líquidos y aumento de peso.
- Neutralizando los residuos ácidos convirtiéndolos en sales. Para ello las células tienen que acopiar minerales (calcio, sodio o potasio) de los huesos (osteoporosis, artrosis) o de los tejidos (calcificaciones).
- Eliminando los residuos ácidos por la piel (dermatitis, soriasis, eccemas) o por las mucosas (llagas en la boca, en el estómago, colitis ulcerosa, etc.).
- Mutando de célula sana a célula cancerígena.
En el último caso estamos en presencia de un futuro tumor. La célula sana para resistir el ataque de los residuos ácidos de su alrededor se alcaliniza absorbiendo en su interior grandes cantidades de sodio; también se convierte en anaeróbica para conseguir energía en un medio sin oxigeno; y desarrolla proteínas «dextrógiras» que son estables en medio ácido, ya que las proteínas «levógiras» de las células sanas son sólo estables en medio alcalino.
Como se ha señalado las células cancerígenas requieren un medio ácido carente de oxígeno para sobrevivir y desarrollarse; por eso una dieta alimenticia acidificante y vida sedentaria (poco oxigeno) favorecen el desarrollo del tumor (Otto Heinrich Warburg. Premio Nobel 1931). Contrariamente las células sanas necesitan un entorno alcalino y oxigenado para su normal funcionamiento. Por eso los tejidos cancerosos son ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos. Y, por la misma razón, los pacientes de cáncer tienen un nivel de acidez superior al de las personas sanas.
La acidez o alcalinidad se mide por el PH (potencial de hidrógeno). Sus valores se encuentran entre 0 (acidez máxima) y 14 (alcalinidad máxima), siendo el PH 7 el valor neutro. El valor del PH considerado neutro en la sangre es de 7,39. Es necesario mantener este PH equilibrado o con cierta inclinación alcalina para que el organismo pueda defenderse de enfermedades y tumores.
La conclusión es que las células cancerosas permanecen latentes en un PH neutro mientras que se desarrollan en un PH ácido, sobre todo si hay abundancia de glucosa, y se frena el desarrollo y mueren (apoptosis) en un PH alcalino. Con una dieta abundante en frutas y verduras es posible subir el PH (alcalino). Ver alimentos con efectos ácidos y alcalinos.
Los radicales libres y el cáncer – Estrés oxidativo
Los radicales libres son moléculas que genera el organismo de manera natural en la respiración celular. Los radicales libres producen efectos perjudiciales para la salud por su capacidad de alterar a varios componentes de las células (proteínas, lípidos, ADN, etc.) que afectan su correcto funcionamiento. El organismo está preparado para neutralizar los radicales libres, pero cuando se generan en cantidades mayores a las que es capaz de neutralizar (estrés oxidativo) se empiezan a dañar células y aparecen enfermedades.
Las enfermedades que más se relacionan con el estrés oxidativo son: obesidad, cardiovasculares, cáncer y diabetes. Un signo evidente de oxidación es el envejecimiento, arrugas en la piel, pérdida de elasticidad y, en los casos más graves, lesiones cancerosas.
Aceleran la producción de radicales libres la contaminación ambiental, el tabaquismo, el alcohol, la sobre-exposición a radiaciones solares, el consumo de dietas ricas en grasas y carbohidratos o el estrés físico (ejercicio físico intenso) y psicológico (tensiones emocionales).
El consumo de alimentos ricos en antioxidantes ayudan al organismo a combatir el estrés oxidativo, disminuyen el riesgo de ciertas patologías y hacen más lento el proceso oxidativo aunque no modifica el deterioro natural que conlleva la vejez. Son sustancias antioxidantes: las vitaminas (A, C y E), los minerales (selenio, zinc y cobre) y los fitoquímicos de los vegetales (terpenos, fenoles, tioles y lignanos).
El sistema inmune y el cáncer
En todos los organismos hay cáncer latente o durmiente. Nuestro cuerpo genera células defectuosas constantemente que el sistema inmune detecta y bloquea paralizando el proceso de desarrollo del tumor.
El sistema inmunitario combaten de manera natural los puntos débiles del cáncer. Las células inmunes (los glóbulos blancos y las «células asesinas» como las NK) cortan de raíz el cáncer una y otra vez. Por eso todo lo que fortalece el sistema inmune merma el crecimiento del cáncer.
Cuando el sistema inmune se debilita por cualquier circunstancia aumentan las probabilidades de desarrollar micro-tumores y de que proliferen sin control. De hecho las células cancerígenas solo surgen en organismos cuyas defensas inmunes se han debilitado.
El rendimiento de las células inmunes es óptimo con hábitos de vida saludables: dieta alimenticia equilibrada, actividad física regular, entorno limpio y equilibrio emocional.
El cáncer genera inflamación para desarrollarse
Las células cancerosas generan un proceso inflamatorio para sostener su crecimiento y expansión. Para ello secretan un factor pro-inflamatorio conocido como NF-KappaB, o Nuclear Factor kappa B, capaz de debilitar los mecanismos de defensa del organismo.
Con la inflamación el tumor logra que el organismo le proporcione el combustible que necesita para crecer, penetrar en los tejidos vecinos, colarse en el flujo sanguíneo, migrar y establecer colonias en lugares remotos (metástasis). Cuanto mejor provoque y favorezca el cáncer la inflamación local, más agresivo será el tumor y más capacidad de extenderse tendrá, hasta alcanzar los ganglios linfáticos y sembrar la metástasis.
Pues bien, muchas moléculas naturales son capaces de bloquear la acción inflamatoria del factor pro-inflamatorio NF-KappaB. Es el caso de las «catequinas» del té verde, el «revesterol» del vino tinto o la «cúrcumina» de la cúrcuma (todos ellos son potentes anti-inflamatorios naturales).
El cáncer acelera la creación de capilares sanguíneos
El tumor para crecer y sobrevivir necesita estar bien surtido de capilares sanguíneos y, como crece a gran velocidad, tiene que intensificar la formación de nuevos vasos sanguíneos. Para eso segrega una sustancia química denominada «angiogina» que atrae los vasos hacia el micro-tumor y provoca la formación acelerada de nuevas ramificaciones de vasos sanguíneos. A este fenómeno se le conoce como «angiogénesis».
Los tumores primarios desarrollados pueden propagarse a otras partes del cuerpo (metástasis), pero no permiten que los micro-tumores que han propagado a otros tejidos se hagan importantes, para ello segregan otra sustancia química «angiostatina» que paraliza el rápido crecimiento de vasos sanguíneos en los micro-tumores (les controlan la alimentación) y los mantienen «apagados». Esto explica por qué puede aparecer metástasis después de que se haya extirpado el tumor principal.
Hay alimentos con propiedades naturales de anti-angiogénesis como el champiñón comestible común, determinados tés verdes y algunas especias y hierbas. Carecen de efectos secundarios y se pueden combinar con los tratamientos convencionales.
El estado emocional y el cáncer
Los sentimientos de impotencia activan mecanismos de inflamación y debilitan nuestras defensas, lo que facilita el crecimiento y desarrollo del cáncer, al mismo tiempo que la ansiedad, estrés o agresividad liberan adrenalina y corticoides que inhiben el sistema inmunitario. Por eso hay que buscar el necesario equilibrio emocional e incorporar optimismo y alegría en nuestros sentimientos y emociones.
El Dr. Alemán Hammer, creador de “la nueva medicina”, asegura que el cáncer se produce por una fuerte impresión causada por un sentimiento reprimido que no alcanzamos a liberar. Al respecto la escritora Louisa Hay cuenta que ella curó el cáncer que padecía reestructurando su vida (olvidando los rencores, las angustian que la oprimían y, por supuesto, mejorando su alimentación), sin haber recibido tratamiento de quimioterapia o cirugía.
El cáncer es vulnerable
La medicina tradicional trata el tumor por varias vías, normalmente: cirugía, radioterapia, crioterapia o quimioterapia; pero hay que actuar con todos los elementos disponibles y obtener máxima sinergia para revertir la situación, generando un entorno hostil para las células tumorales, suprimiendo todo lo que necesitan para sobrevivir y que mueran (apoptosis celular). Se trata de enfrentarse y asediar al tumor por todos los frentes:
- Medicina tradicional (cirugía, radioterapia, crioterapia o quimioterapia).
- Alcalinizar el organismo (PH alcalino):
- Mejorar la función depuradora del hígado, del riñón y de los pulmones.
- Reducir los residuos tóxicos acumulados en el espacio intersticial.
- Tomar alimentos que favorezcan la alcalinización.
- Dieta hiposódica (suprimir el sodio que es imprescindible para la célula cancerígena)
- Inundar el organismo de oxígeno, porque el oxigeno es «veneno» para las células cancerosas (Ozonoterapia).
- Reducir el estrés oxidativo (radicales libres).
- Estimular el sistema inmune y las células defensivas.
- Combatir la inflamación.
- Actuar contra la angiogénesis.
- Utilizar enzimas proteolíticas de acción selectiva para destruir solo a las proteínas dextrógiras exclusivas del tumor.
- Tratamientos físicos dirigidos a restablecer los mecanismos funcionales y energéticos celulares. Acupuntura, fisioterapia, magnetoterapia, etc.
Para alcalinizar el organismo se puede tomar una dieta alcalina y recuperar las funciones de depuración y drenaje de residuos ácidos mediante: la fitoterapia (utilización de principios activos de las plantas con fines terapéuticos, en este caso para recuperar el drenaje, como té verde, alcachofa, tomillo, etc.); la oligoterapia (vitaminas y enzimas); y la hidroterapia (ósmosis percutánea). La limpieza o drenaje de residuos ácidos alcalinizará de paso los tejidos, creando un entorno hostil para el cáncer.
El efecto simultáneo y sinérgico de todas las acciones señaladas, junto a la medicina tradicional, pretende dejar al tumor sin proteínas y sin el medio ácido que necesita, y que se produzca la muerte de la célula tumoral (apoptosis).
En definitiva, se puede conseguir un efecto preventivo con una dieta anticáncer, ejercicio físico regular y equilibrio emocional. Además se puede reforzar el tratamiento médico de la enfermedad con fitoterapia, oligoterapia, ozonoterapia, hidroterapia y tratamientos físicos.